UNA HEROE VERDE EN MACHU PICCHU
Yeli Villena se dirige al comedor donde la esperan para
desayunar sus demás compañeros también guardaparques del Servicio Nacional de
Áreas Naturales Protegidas por el Estado en el Perú (Sernanp). Mientras
desayuna un plato de segundo de fideos conocido en todo Cusco como
comida de camino inca observa con atención el noticiero de la mañana de Radio
Programas del Perú (RPP). Desde el comedor y casi de manera imperceptible se escucha la locomotora
de PeruRail anunciando el primer turno de salida del tren desde la estación
Hidroeléctrica con destino a Machupicchu pueblo.
Las áreas naturales protegidas (ANP) son lugares
continentales o marinos del territorio nacional; reconocidos, establecidos y protegidos legalmente por
el Estado como tales, por su importancia para la conservación de la diversidad
biológica y otros valores asociados de interés cultural, paisajístico y
científico, como por su contribución al desarrollo sostenible del país.
Es miércoles y Yeli debe realizar monitoreo biológico de
la fauna y flora silvestres en una de las áreas naturales más emblemáticas del
Perú: el Santuario Histórico de Machupicchu (SHM). Al despedirse y asegurarse
de llevar consigo sus herramientas de campo está lista para imitar una vez
más con su silbido el canto de los relojeros y tangaras mientras camina por una
escarpada trocha en medio de alisos y sihuayros en el sector de Intihuatana
(km. 122) a lo largo de la línea férrea que conecta y transporta a oriundos y extranjeros atraídos por la maravilla mundial de Machu Picchu, declarado en
1983 por la Unesco “Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad”.
El SHM está ubicado en el distrito de Machupicchu,
provincia de Urubamba en la región Cusco. Es un área que abarca 37,302 hectáreas entre los ríos Cusichaca y Aobamba, ambos provenientes
del Río Vilcanota. Adicionalmente a la maravilla inca, el Santuario
alberga casi 200 sitios arqueológicos con un importante valor ambiental, con
áreas boscosas, montañas escarpadas y picos nevados.
Yeli ingresó a trabajar al Sernanp a finales del 2008
cuando era el Instituto Nacional de Recursos Naturales (Inrena). Ella es una de
las pocas mujeres guardaparques cuya función es velar por la protección,
preservación y conservación de las 216 áreas naturales protegidas en el Perú (de administración
nacional, regional y privada) a través de diferentes actividades de extensión,
difusión, control, monitoreo, apoyo a la investigación y atención al turista.
El Puesto de Control y Vigilancia (PCV) de Intihuatana
está ubicado en el distrito de Machupicchu a 2162 mnsm. En este lugar rodeado de
puro verde y mojado por las aguas turbias del Río Vilcanota Yeli permanece 21
días de cada mes viviendo y conviviendo junto a otros cuatro guardaparques con quienes
realiza un estupendo trabajo en equipo. Actualmente ella es la responsable de la
actividad de educación ambiental gracias a su profesión de docente de primaria
y a sus años de experiencia trabajando en las provincias de Paucartambo, Urubamba y su
provincia natural de Anta.
Después de media hora de caminar con el sol colándose
por entre las hojas de los viejos árboles Yeli ha llegado a las márgenes del río
donde suelen nadar de cuando en cuando los patos de los torrentes (Merganetta
armata). Es momento de escribir en su agenda algunos detalles del hallazgo tras
observar a través de unos gruesos binoculares la cantidad, las características
del objeto y el lugar; calcular la distancia con un aparato GPS que saca de su
cinturón verde y comunicar posteriormente lo observado a los demás puestos de control mediante
un pequeño radio transmisor.
En sus días de suerte ha podido estar frente a frente con el gallito de las rocas (Rupicola peruviana), observar los relajantes
chapuzones de una pareja de nutrias de los ríos (Lontra longicaudis) o incluso monitorear
a un oso de anteojos (Tremarctos ornatus) y su osezno mientras comían bromelias, su alimento favorito, cerca al sector de Aguas
Calientes (km. 110) en la margen izquierda del Vilcanota. Yeli los vigiló por más de
3 horas hasta que se durmieron y luego los vio descender hacia el bosque. En
sus días de poca o nada suerte ha tenido también que escapar del peligro.
Esa noche tuvo que ir a verificar junto a su compañero
Hipólito y el guardaparque voluntario Roberto algunas extracciones de piedra que
estaba prohibido sacar del santuario. Al verse descubiertos fueron perseguidos por
seis pobladores de la zona quienes los amenazaron de muerte armados de piedras,
machetes y linternas. Yeli tuvo que escapar por entre los arbustos y follajes en
medio de la penumbra del bosque enmarañado buscando un refugio para su vida.
Era la una de la madrugada y habían sido perseguidos por más de tres horas sin poder
encontrarlos. De pronto, como si sus rezos hubieran surgido algún efecto, el
cielo estalló en una torrencial lluvia que hizo que los pobladores dejaran de buscarlos
hasta que fueron las seis de la mañana cuando recién salió de su resguardo y
caminó con dirección a la línea férrea donde por fin pudo comunicarse vía radio
con sus compañeros.
Yeli ha llegado a la altura del sector de Mandor que
marca el límite y el fin de su recorrido. Ahora tiene que regresar al puesto. A
su retorno se encuentra con algunos pobladores con quienes intercambia algunas
palabras en quechua. Yeli es quechua hablante, lo aprendió desde muy pequeña en
la escuelita que regentaba su madre en el poblado de Huancancalla, distrito de
Chinchaypujio en la provincia de Anta. Lugar donde nació un 9 de diciembre de 1961.
En esos momentos aprovecha también para recoger en una larga bolsa color
naranja algunos desperdicios (sobre todo de botellas plásticas) que dejan
algunos turistas de manera irresponsable en lo que se conoce también como el acceso amazónico del Camino Inca, que
conecta la ciudad imperial del Cusco con el distrito de Santa Teresa en la
provincia de La Convención.
En el puesto de Intihuatana también conocido como
Hidroeléctrica por encontrarse allí la Empresa de Generación Eléctrica Machupicchu
(Egemsa), siempre hay un guardaparque de turno. Su función de ese guardaparque es
permanecer las 24 horas en el puesto a cargo del mantenimiento, el servicio y
el reporte diario de las actividades. Mientras almuerzan todos juntos Yeli
aprovecha para contarles que ha visto de nuevo a los patos de los torrentes.
Por la tarde después de un breve descanso Yeli se
dispone a redactar su informe sobre el patrullaje realizado esa mañana en Mandor.
En esos instantes saca de su cartera una diminuta memoria USB en donde tiene almacenada
bastante información, reportes, fotografías y vídeos de las actividades que realiza. Allí conserva los reportes de todos los puestos en donde ha trabajado y de los que dispone el Sernanp
en las diferentes zonas de amortiguamiento del Santuario. Anteriormente ha
estado en los puestos de Wiñaywayna, Huayllabamba, Qorihuayrachina y en el
sector de Chamana. Mientras trabaja en la computadora no duda en poner su
música de los andes que la recuerda a aquellos tiempos del grupo folklórico
Amauta, cuando apenas tenía 13 años y solía danzar para los turistas en las
noches azules y estrelladas del Cusco.
Después de escribir en el gran cuaderno de reportes
las incidencias de su patrullaje se dirige al almacén donde guarda en una caja
grande y transparente todo el material educativo que usa para preparar su clase
de educación ambiental. Como responsable de esta actividad acude los primeros martes
y los últimos jueves de cada mes a las escuelas de Ccollpany Grande y de
Hidroeléctrica, respectivamente. Mañana es jueves y la clase que ha preparado
es sobre la importancia del agua.
Cuando tiene disponibilidad de tiempo y sobre todo las
fuerzas y la energía para hacer deporte baja a la hidroeléctrica para jugar
vóley con los lugareños. Yeli a pesar de contar con más de medio siglo de vida todavía
goza de una buena técnica y destreza al contacto con el balón, de los que hacía
alarde en las viejas tardes de campeonato con sus amigos del Club Regatas
Cusco, de la que también fue fundadora. Es un verdadero pez en el agua sin
posibilidad de enredarse en esa red cuadrada y blanca. “Salta, arma y mata”. Ella
y otra señora lideran al equipo. Hoy han ganado en los tres partidos en las casi
dos horas de juego ameno y entretenido.
Es hora de subir al puesto para cenar con los
compañeros. Es de noche. El cielo está salpicado de estrellas que aparecen y
desaparecen como si bailasen al compás de la música de las chicharras. Yeli
sube acompañada de los vecinos aferrados a sus viejas linternas que alumbran
los rieles, las piedras y las hojas secas del camino. Pero no están solos. Sihuayros
y ratones de campo observan agazapados el desfile. Algunos corren despavoridos al
contacto con la luz dejando escuchar el ruido que producen sus patitas en la hojarasca.
Yeli Villena se dirige al comedor y se reencuentra con
sus compañeros guardaparques del Servicio Nacional de Áreas Naturales
Protegidas por el Estado en el Perú (Sernanp). Mientras toma una taza de mate caliente
observa con atención el noticiero de la noche de Radio Programas del Perú (RPP). Desde el comedor y casi de manera imperceptible se escucha la bocina de la autovía de PeruRail que
a esa hora de la noche hace su viaje de mantenimiento a los rieles de la vía
férrea para el primer turno del tren con destino a Machupicchu pueblo.
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